[♥] Fragmentos: La llama Doble.
El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma
y se convierte en una substancia informe e inmensa en la que, al mismo
tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos
recobramos como sensaciones. A medida que la sensación se hace más
intensa, el cuerpo que abrazamos se hace más y más inmenso. El amor es intensidad y por esto es una
distensión del tiempo, estira los minutos y los alarga como siglos.
[...]
El
tiempo, que es medida isócrona, se vuelve discontinuo e inconmensurable.
Pero después de cada uno de esos instantes sin medida, volvemos al
tiempo y a su horario: no podemos escapar de la sucesión. El amor
comienza con la mirada: miramos a la persona que queremos y ella nos
mira. ¿Qué vemos? Todo y nada. No por mucho tiempo; al cabo de un
momento, desviamos los ojos. De otro modo, ya lo dije, nos
petrificaríamos. En uno de sus poemas más complejos, Donne se refiere a
esta situación. Arrobados, los amantes se miran interminablemente.
Octavio Paz.
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